Historias  de Esperanza

Romina González

Historias de socias/os
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Romina es alfarera de artesanía en tierra que ella misma recolecta en los alrededores de San Francisco de Chiu Chiu, región de Atacama. Las pinturas que utiliza son naturales extraídas también de la tierra. Aprendió el oficio hace siete años cuando llegó a la zona por temas de estudio y trabajo. “Partí recolectando la tierra con sacos y en bicicleta, acá aprendí el oficio y le logré dar el valor que yo quería a las tierras locales”. Ha obtenido varios reconocimientos, entre ellos en el año 2020 le dieron el Sello de Artesanía que otorga el Ministerio de la Culturas, las Artes y el Patrimonio por una olla para fuego directo, que resiste choques de temperatura sin generar fracturas, una técnica ancestral recuperada por mujeres alfareras de la zona. 

Combina la alfarería con su trabajo en la escuela del pueblo donde es asistente de aula. Estudió arte en la Universidad de Chile y espera pronto hacer clases. Este trabajo le da la tranquilidad de tener un ingreso mensual seguro y el horario le permite dedicarse a la artesanía, su pasión.

“Cada vez que saco una pieza del fuego y está bien, me emociono porque pasó la prueba de fuego. Y que otra persona coma en un plato o cocine en una olla de greda hechos con tierra de esta localidad, me llena cada día”

Entró a Fondo Esperanza porque “los emprendedores a veces sufrimos de bajas ventas en aquellos periodos que son lentos y eso genera también tiempos de incertidumbre, entonces el apoyo Fondo Esperanza me permite contar con los materiales y poder continuar generando productos”. Con los créditos ha podido invertir en publicidad y embalaje, y costear trabajos que no le pagan en el momento. 

Romina tiene dos hijos pequeños, de 2 y 5 años. Y quisiera inculcar en ellos el valor por las cosas sencillas, como el trabajo de la tierra que transmite muchas cosas a nivel cultural y emocional. Sueña poder viajar con ellos y su pareja.

Pertenecer al Banco Comunal Por un Sueño en las Alturas, primero en San Francisco de Chiu Chiu, le ha enseñado a confiar en mujeres que no conocía y que juntas es más fácil crecer. “Estoy muy orgullosa de pertenecer a él y muy agradecida también de mis compañeras, de todo el empeño y el empuje que le ponen”

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